Dos páginas
del cuaderno para capturar los lugares que mas me gustaron durante una visita
de cuatro días a la isla de Mallorca.
En la zona
noreste Alcudia, un cuidado casco histórico cerrado por murallas medievales al
que se puede acceder por la Porta de Mallorca (dos torreones unidos por un
portal de arco). A lo largo de todo el centro histórico se encuentran numerosos
ejemplos de casals con fachadas señoriales y ventanas renacentistas.
El faro
Formentor en la punta norte de la isla, al que se llega por una sinuosa
carretera entre acantilados recorriendo el Cap Formentor.
Para
encontrar un poco de tranquilidad y alejarse de las zonas de mayor afluencia
turística, calas y playas de aguas tranquilas y cristalinas donde se puede
practicar el buceo y contemplar las doradas y bancos de peces. En la zona
norte, la playa de Ses Caletes en Cabo Pinar, de acceso restringido es todo un
privilegio poder disfrutarla. En la zona oriental Cala Moltó de orilla rocosa y
fondos arenosos. Al sur, junto a la bahía de Palma, Puig de Ros en la que
grandes plataformas rocosas se extienden sobre el mar.
Es obligado
un recorrido por la Sierra de Tramontana con grandes relieves montañosos como
el Puig Major (de 1445
metros de altura) y pequeños pueblos. Soller con su
arquitectura modernista y casas de piedra con portales que parecen escaparates
de tiendas, Deia un pueblo integrado en el terreno con centenarios olivos y
Valldemossa con sus calles estrechas y empinadas. Durante este este recorrido,
si aprieta el calor, una parada en el pantano de Gorg Blau para darse un baño
sin que nadie lo vea.
En el
interior, el Santuario de Sant Salvador ubicado en la cumbre de la montaña del
mismo nombre, a 509
metros de altura, desde el que se contemplan unas
espectaculares vistas, no hay que desaprovechar la ultima hora de la tarde para
contemplar un magnífico atardecer.
Todos los
caminos en la isla conducen a Palma, no tiene pérdida y no puede faltar una
visita a la impresionante catedral, el Palacio de la Almudaina, la Plaza Mayor,
los jardines, el puerto.... Recorriendo las calles del casco antiguo hay que
buscar los patios de las viviendas palmesanas, un espacio cubierto de arcos,
columnas y capiteles con escaleras que terminan en galerías.
El haber
podido realizar este viaje, conocer rincones escondidos por tierra y por mar,
recorrer la isla y vivir momentos y sensaciones inolvidables; no hubieran sido
posibles sin contar con un gran anfitrión al que no le podía negar una
visita.